Era la parte de las vacaciones de verano en las que ya no podía esperar para que empezaran las clases. Estaba aburridísima. Sentada en el patio, rodeada de hojas a medio quemar, había abandonado mi intento de fulminar a alguna hormiga con el rayo que proyectaba mi lupa. Justo cuando estaba tratando de decidir qué era más aburrido, esto o misa, siento un toque helado en la espalda. Luego otro y otro y otro. ¡Estaba nevando! Sorprendida me paré para descubrir que mi papá me lanzaba la escarcha que había raspado del congelador. Tenía toda una caja llena y salió mi hermana para hacer una guerra de nieve. Olía a carne pero era la mejor nieve que jamás había visto (y la única...)
Posteado por M.
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